sábado, 31 de diciembre de 2011

Carta abierta al 2011

Recuerdo haber empezado el año en la guardia médica debido a una violenta indigestión. Simbólicamente ha sido profético, fue de los años más inestables que me tocó vivir. Personas que llegaron, personas que se fueron y personas que se habían ido y volvieron. Algunas fueron una fuente inagotable de felicidad, otras una fuente inagotable de sufrimiento. Y en esta vorágine de sentimientos encontrados se viven experiencias que vislumbran nuevas sensaciones y en consecuencia nuevas formas de ver y desenvolverse en la vida. Vivir con la certeza de que siempre habrá algo nuevo por conocer. Vivir y no perder la capacidad de sorprenderse. Disfrutar y sufrir, porque sin contrastes no podríamos apreciar ninguna emoción.

Y evocando el clásico dilema de la dualidad del peso y la levedad, hoy más que nunca creo que elegir el peso es elegir llevar una vida rebosante de pasiones e inquietudes. Es movernos en el mundo dejando huellas en personas, lugares, recuerdos. Es lograr triunfar sobre el tiempo. La única forma de ser inmortales.

Para finalizar les confieso que no puedo dejar de sentir una suerte de curiosidad por saber que pasará por mi cabeza cuando esté escribiendo la carta abierta correspondiente al 2012. En efecto es la expectativa a todas las cosas que sucederán a lo largo del año. Y reiterando el “vivan y no pierdan la capacidad de sorprenderse”, les deseo un intenso y apasionante 2012 (con alguna que otra semanita de levedad cual vacaciones).


Canción alusiva: Frank Sinatra, The best is yet to come (Lo mejor está por venir)



martes, 27 de diciembre de 2011

Sobre los delitos involuntarios

Desde hace días que en mi casa faltan cuchillos. Hemos revisado por cada recoveco de la cocina y su paradero sigue siendo un misterio. Tengo la sospecha de que algún ser sobrenatural, quizás en una suerte de fetichismo onírico por los cuchillos, nos visita por la noche llevándoselos impunemente.

Ayer, luego de una lamentable cena familiar en la cual tuvimos que compartir cubiertos debido a su eminente escasez, decidí dejar de esperar a que el mágico ser tuviera la ética y moral para devolver los utensilios hurtados y me propuse salir a reponerlos.

Así fue cómo hoy visité un bazar. Busqué el sector de los cuchillos y comencé el control de calidad, el cual consistió en tomar el cubierto en alto y realizar armoniosos movimientos al ritmo de la Obertura 1812  –mientras que el repositor me observaba pensando “estás comprando un cuchillo, no la espada Excalibur”-. Una vez encontrado el utensilio ideal, que se adapte tanto a las piezas Tchaicovsky como a las carnes al horno, me dirigí a la caja con tres unidades del producto en cuestión. Orgullosa y triunfal portaba mis nuevas adquisiciones con su esplendoroso filo hacia afuera cuando al toparme con la joven cajera ésta me miró aterrorizaba. Al principio no entendía muy bien de qué se trataba, mas luego comprendí que la imagen de ver acercarse a una persona bailoteando con cuchillas no es de lo más reconfortante que a uno le pudiera suceder. Acto seguido lancé una sonora carcajada por lo hilarante de las circunstancias que lejos de amenizar los hechos acentuaron la expresión de terror de la pobre cajera. Automáticamente saqué el dinero de la cartera y se lo mostré para que se convenciera de que no se trababa de un asalto. No obstante su cara de espanto seguía intacta, evidentemente su imaginación excedió al simple ladrón de comercios para creer que estaba frente a una sátira de los filos o algo por el estilo. En otro intento por apaciguar la situación tomé un adorno navideño del mostrador que parecía ser tan simpático como inofensivo, pero al levantarlo en su totalidad descubro con sorpresa que se trataba de un sacacorchos temático, como para sumar al mix de armas blancas que involuntariamente parecía estar acumulando. El rostro de la asustadiza empleada desmejoraba notablemente por lo que me limité a poner el dinero justo sobre el mostrador al son de un “No me los envuelvas, felices fiestas” y hui sospechosamente del negocio aún con los cuchillos en la mano.

Quién sabe señores, quizás si hubiese asaltado el bazar ahora me estaría dando la gran vida. Sin embargo prefiero renunciar a los lujos del oficio maleante a fin de poder coleccionar pintorescas anécdotas como la que acabo de contarles.



viernes, 16 de diciembre de 2011

Resumen de mi paso por la costa en imágenes


Primer Día

"Voy a asolearme mientras tomo vodka en un coco."




Unas horas más tarde...


Resaca y combustión espontánea en plena sinergia. 

Satanás de vacaciones en mis tobillos.


Al día siguiente...






Daguerrotipo del viaje


Fin.-

martes, 6 de diciembre de 2011

El último final de la carrera

Recién vengo de dar el último final de mi carrera. De ahora en adelante podré dedicarme a realizar aquellas hazañas que desde hace años vengo dilatando.

-Leer Los Hermanos Karamazov en su idioma original.



- Tocar el estudio Nº 1 de Chopin.



- Cantar el aria de La Reina de la Noche de Mozart.



-Bailar la coda de El Lago de los Cisnes.




Nimiedades…








viernes, 2 de diciembre de 2011

Sobre cómo perdí un trabajo antes de empezarlo


En base a las últimas crónicas sobre el examen pre ocupacional habrán asumido correctamente que conseguí un trabajo. Pero en base al título de esta crónica habrán asumido también correctamente que lo perdí.
Para alivianar un poco los hechos me propuse contar la historia a través de videos que logren un aforismo audiovisual de la situación.


Me llamaron para un puesto en una editorial inglesa y automáticamente me emocioné y sentí que mi jornada laboral sería:



Respecto a la remuneración, sólo puedo decir que el equivalente musical era:



Y el puesto fue mío:



Luego vino el pre ocupacional (ya conocen la historia):




Y la sacada de la bandita:



Mas el martes por la mañana suena el teléfono, me llamaban de la empresa para avisarme que por el momento no podían tomarme:



Debido a:




Y de repente sentí que el destino me estaba:




Acto seguido:




Y más tarde:




Entonces mi vida volvió a ser la insoportable levedad del ser:




Finalizados los apoyos audiovisuales, debo decir que fue realmente curioso el hecho de que una media hora después de lo sucedido me hayan llamado de otras tres empresas para entrevistarme por puestos verdaderamente mejores. Definitivamente debo ser la única persona en el mundo que asciende laboralmente sin conseguir los trabajos en cuestión.