jueves, 26 de julio de 2012

El tamaño de mi pluma


 “Es la esperanza esa cosa con plumas…”
(Emily Dickinson)

La pluma es lo último que se pierde. Sobre todo si uno tiene grandes plumas. Sin embargo hay quienes prefieren vivir desplumados antes que tener falsas plumas. Y también están los que aconsejan no vivir de plumas. Quizás porque las ven demasiado etéreas y volátiles. Y aun así logran sustentar anhelos Porque de plumas se alimentan las ilusiones. Dichosos aquellos que tengan por vida un plumero. 

Sin olvidar a los que mojan la esperanza en el tintero y se animan a volcar todas sus plumas. Arriesgándose a  que debajo no haya almohadones de esperanzas que suavicen la caída. De esos que se venden en el mismo lugar donde los enamorados compran sus acolchados, de auténticas esperanzas. Artificiales para los amantes. Amantes que llevan antifaces de falsas esperanzas. Portadoras de esperanzas que se llevan la mirada de falsos amantes. Y conquistas llenas de plumas. Y camas llenas de esperanzas desparramadas.

          Es la plumanza esa cosa color pluma 
                                                                y sutil 
                                                                           como la esperanza.                      


viernes, 6 de julio de 2012

Inercia



De mis pies el asfalto es transeúnte. Los árboles corren hacia los parques para no chocarme y las casas se agrupan en hileras deslizándose constantes sobre una línea recta. Las puertas aletean y las sillas me derriban tomándome casi siempre por la espalda. Desde el piano las teclas brincan y empujan mis dedos. El poema se escurre entre mis manos. Los almohadones dormitan bajo mi cabeza.

Hasta mi boca se acercan copas y se vuelcan. Y contra esa misma boca otros labios rebotan lentamente derramado su pecaminosidad. El aire me persigue impetuoso y me penetra. Todo el tiempo. Me invaden los gustos, los caprichos y el carácter.  Me acosan las decisiones y las preferencias. No dejan de mirarme los espejos y hasta la hora se fija en mí. Pero hay un rostro deambulándome los ojos. 

Y mientras recorro el azar
                                             me recorre la vida.