domingo, 13 de marzo de 2011

Disonancias Cognitivas de la vida cotidiana

Primero vamos a ponernos en contexto:

El concepto de disonancia cognitiva, en Psicología, hace referencia a la tensión o desarmonía interna del sistema de ideas, creencias, emociones y actitudes (cogniciones) que percibe una persona al mantener al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto, o por un comportamiento que entra en conflicto con sus creencias. Es decir, el término se refiere a la percepción de incompatibilidad de dos cogniciones simultáneas. El concepto fue formulado por primera vez en 1957 por el psicólogo estadounidense Leon Festinger en su obra A theory of cognitive dissonance. (Gracias Wikipedia)

Saliendo del rumbo científico me di cuenta que diariamente uno se va enfrentando con disonancias cognitivas de índole trivial –casi, casi… banal-.

Descubrí mi primera disonancia cognitrivialitiva hace aproximadamente dos años con un alimento. Estando en la casa de una amiga me ofrecen unas papas fritas de copetín (marca Lays Resto) que supuestamente tenían gusto a pechuga de pollo al limón con hiebas –sí, todo eso-. Luego de refunfuñar y quejarme de la necesidad posmoderna de hacer de los alimentos algo vanguardista me dispuse a probar una –para poder refunfuñar y quejarme de la necesidad posmoderna de hacer de los alimentos algo vanguardista con conocimiento de causa-.

Lo que ocurrió a continuación fue algo muy fuerte y de lo cual nunca me olvidaré. Metí la papa frita en mi boca y automáticamente comencé a sentir que efectivamente me estaba comiendo una pechuga de pollo al limón con hierbas pero… ¡Con el formato de una papa frita!
Mi psiquis no entendía nada, la textura, la consistencia, el concepto. Me estoy comiendo una papa frita que tiene gusto a pollo, ¿Qué le pasa el mundo?

*Debo aclarar que gran parte de esta experiencia se debe a los señores trabajadores de la marca en cuestión, que han logrado ir más allá del saborizante y lograr un sabor sumamente fiel.

Volviendo a la anécdota, la amiga que me ofreció las papas me preguntó “¿Y, qué tal?”, a lo cual no pude hacer más que responder “Me estoy comiendo una disonancia cognitiva”. –Recomiendo imaginarse esta situación como el cuadro central de una película, musicalizada con Así habló Zaratustra de Wagner-.

El hecho es que justamente se generó una tensión en mi sistema de cogniciones por ser conciente simultáneamente de un comportamiento que entra en conflicto con mis creencias. Es decir, creía que me estaba comiendo una papa frita pero ésta se comportaba como un pollo –he aquí el punto donde hago de una teoría importante y mundialmente reconocida algo banal e insustancial-.
Sin embargo es un razonamiento completamente válido, uno constantemente va formando ideas y creencias sobre las cosas, especialmente cuando se trata de algo tan habitual como los alimentos. Romper con la estructura de un sabor que por años ha sido estereotipado de determinada forma en nuestra psiquis, es en cierto modo lidiar con dos cogniciones diferentes, la que traemos con nosotros y la que viene de afuera. Esto, damas y caballeros, no es nada más ni nada menos que una disonancia cognitiva hecha y derecha.

Luego de este revelador episodio fui sintiendo como mis sentidos habían sido transgredidos logrando así desarrollar mi capacidad de encontrarme con otras disonancias cognitivas. Una de las últimas fue la disonancia cognitiva del surtido dorado de Terrabusi –no me pregunten qué hacía en la casa de una persona que tenía un surtido dorado, que la gente decida comprar galletitas de vainilla es algo que escapa a mi capacidad de entendimiento-.
Aquí el problema de cogniciones fue algo netamente visual, estuve ante la presencia de anillitos amarillos y blancos que del otro lado eran de vainilla. Una vez más mi cerebro no entendía nada, uno crece observando anillitos amarillos y blancos que del otro lado son de chocolate, por lo tanto se fija la idea de que del otro lado de un anillito amarillo o blanco tiene que haber chocolate. Nuevamente fui victima del conflicto que genera ser conciente simultáneamente de dos cogniciones diferentes. A esta tensión debo sumarle la ira que me genera el hecho aberrante de que haya fabricado un surtido donde las galletitas que solían ser de chocolate sean de vainilla.

Y es entonces donde creo que sería conveniente explicar por qué no tuve tal disonancia con el surtido Terrabusi de chocolate. Verán, como buena y fiel amante del chocolate he desarrollado la capacidad de imaginarme todo –TODO- en versión chocolate. Por lo tanto cuando compré por primera vez el surtido Terrabusi de chocolate y estuve en presencia de los anillitos que podrían haber sido motivo de una disonancia –anillitos rosas y marrones que del otro lado son de chocolate- lejos de generarme conflictos psíquicos, sentí en carne propia el porvenir de una ilusión.

Luego de este relato a modo de presentación, resuelvo inaugurar una nueva sección en el blog, sección que claramente tratará sobre las diversas disonancias cognitivas que vaya experimentando día a día.

2 comentarios:

  1. “Me estoy comiendo una disonancia cognitiva”
    Genial, simplemente.
    Te estaré leyendo, sabelo.

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  2. Esta problemática que planteas es una genialidad, me paso exactamente lo mismo con las Doritos #alosbifes sabor "asado, inmediatamente me transporte a un mediodía de domingo en el quincho de mi primo reunido con toda la familia (hasta escuchaba sus voces)

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